Fiestas de San Antonio
Las fiestas de los santos populares de Lisboa (San Antonio, San Juan y San Pedro) se agrupan en torno al solsticio de verano y hunden sus raíces en anteriores celebraciones ligadas a una relación más íntima con la naturaleza, a la época de nuevas frutas y cereales, e incluso de acercamiento entre los géneros y de general fertilidad (hay quien sugiere que de ahí pueda venir la fama casamentera de San Antonio y de San Juan).
Santo António (San Antonio) es la figura principal en las celebraciones lisboetas y su día es clave en este mes. El santo nació en el año 1195 donde hoy se ubica su iglesia (a pocos metros de la Sé -catedral-) aunque internacionalmente se le conozca más por su labor evangélica en Padua, donde murió. De hecho, a pesar de haber quedado su casa natal destruida durante el terremoto de 1755, aún se puede visitar el cuarto donde nació bajando por unas escaleras desde el interior de la iglesia. Precisamente, el terremoto podría haber marcado otra de las tradiciones de estas fiestas. Estos días es frecuente encontrar niños en las calles pidiendo “una moneda para San Antonio”, que se destina a construir los famosos Tronos de Santo António: una especie de altares que se colocan en determinadas calles o lugares de encuentro, cuyo origen, según escribe el historiador Nuno Cardal en su libro Lisboa Iluminada, podría estar ligado a las colectas para la reconstrucción de la iglesia tras el seísmo.
También son muy famosos los Arraiais (locales al aire libre, tipo verbenas), que inundan las calles de casi toda Lisboa. Cada barrio se decora con guirnaldas, farolillos y flores de papel y en las puertas de las propias casas se sacan barbacoas en las que no pueden faltar las típicas sardinas, que son el emblema de las fiestas.
De la vida del santo se recuerda su dadivosidad con el ritual del Pão de Santo António (pan de San Antonio), que las personas compran en la puerta de su iglesia (muchos se llevan varios para regalar a su familia). Las personas guardan este alimento en su casa porque, según dicen, es un pan que con el tiempo perdura sin pudrirse ni que le salga moho. Algunos fieles señalan que guardan panes desde hace más de seis o siete años, “puesto que teniéndolo allí no faltará el pan en la mesa…”.
San Antonio es conocido por los lisboetas como el santo casamentero. Su fama viene de la capacidad de conciliación que se le atribuye. Tanto es así que otro de los actos más tradicionales de estos días son los Casamentos de Santo António en Lisboa. Práctica, no obstante, relativamente reciente. En los años cincuenta, el Diário Popular, convocando a patrocinadores, organizó por primera vez unas bodas para aquellas personas que no pudieran pagarse la ceremonia. Esto se convirtió en una costumbre que se interrumpió tras la Revolución de los Claveles (1974). En los años noventa el ayuntamiento de Lisboa la rescató, incluyendo también a aquellos que quieran realizar un matrimonio civil y teniendo en cuenta la voluntad de participar de este evento y no la capacidad económica de las parejas. Este San Antonio se casaron en la Sé 11 parejas buscando la bendición del santo, y pasaron también por este templo católico algunos matrimonios que participaron del ritual en el pasado y celebraban su aniversario.
Otra tradición relacionada con el amor es regalar una planta de albahaca de hoja pequeña (manjerico) decorada con flores de papel y en la que se escriben unos versos íntimos o jocosos a la persona amada o como tributo al santo y a las celebraciones de estos días. El propio Fernando Pessoa escribió unas palabras al santo siguiendo esta tradición. Según la costumbre, el aroma de la planta no puede olerse directamente, porque esto la haría secarse rápido, así que se recomienda tocarla y olerse la mano, y de este modo asegurar que durará todo su ciclo de vida. Este año una cadena de supermercados se ha sumado a esta tradición obsequiando a sus clientes con manjericos.
Como en otros muchos lugares, en la víspera de San Antonio también hay juegos o supersticiones asociadas a la intervención del santo tanto para precipitar el enamoramiento de la persona amada como para saber quién será. Las tradiciones y rituales en honor a la figura del santo, que tienen lugar el día de la víspera de San Antonio, se completarán con la procesión el propio día del santo. Pero, para todos los lisboetas y los que visitan la ciudad durante estas fiestas, el momento central lo encontramos en las Marchas Populares, que muestran un colorido desfile, organizado por barrios, que desciende por la Avenida da Liberdade la noche víspera de San Antonio. A esa hora la fiesta ya ha comenzado y toda la parte antigua de Lisboa huele a humo y sardinas. Los animados arraiais reciben en cada barrio la llegada de toda la gente que pasa la noche en vela, en vecindad. Es un momento de encuentro intergeneracional, de bailes y, por qué no, de amor bajo la luna llena que nos acompañó esta noche de Santo António.
Autor: Álvaro Alconada Romero
Fecha: 13 de junio de 2014